Carta a mi amada yo

Amada yo: la carta que todos deberíamos escribirnos

Cortesía

Si volviera la vista atrás, lo haría solo para abrazar lo bueno, porque hasta de lo que dolió aprendí.

Alguna vez soñé, impulsada por el amor de mis dos mamás, que después de estudiar cruzaría fronteras y construiría mi propio destino. Y lo logré.

Amada yo, aún me asombra la fuerza que puedes tener cuando decides mirarte desde lo más profundo de tu ser, cuando entiendes que la vida es un viaje y no una carrera, cuando dejas que el miedo se convierta en impulso y la incertidumbre en posibilidad.

Fuiste una niña tímida, llena de dudas y miedos. Temías la soledad, temías perderlas. Y un día, la vida, en su inevitable danza, te puso frente a esa despedida que tantas veces imaginaste con temor. Pero también te mostró que el amor nunca muere, solo se transforma.

Hoy, amada yo, tienes lo que un día le pediste a Dios: una familia. Descubriste que la soledad no existe cuando el alma está rodeada de ángeles, visibles o invisibles, que llegan en el momento justo para sostenerte. Y aprendiste que, aunque hoy llueva, siempre habrá un sol dispuesto a devolverle el color a tu jardín.

A esa niña que fuiste, le diría que no tema, que nunca estará sola. Que la vida la sorprenderá con abrazos en los lugares más inesperados, y que cada lágrima derramada solo será el preludio de un nuevo florecer.

Y tú, ¿qué le dirías a tu amad@ yo?